Salió a la venta mi segunda
novela “¿Quién mató a Jorge López Zúñiga?”
el día doce de marzo del presente año, dos días antes del decreto de Estado de
Alarma. También es mala suerte.
Tras ese disgusto inicial, se fueron
cayendo todas las citas que teníamos previstas: la presentación oficial del
libro, la Feria del Libro de Gijón, la celebración de Sant Jordi en Barna, la
Feria del Libro de Madrid, y un largo etcétera.
Es curioso: por cada cita que se suspendía
o aplazaba, yo no lo sentía por mí sino por Jorge, por el protagonista de la
historia. “Jorge no se merece esto, con todo lo que luchó”, me atormentaba yo. Me
preocupé pensando si lo mío sería un caso de esquizofrenia o de trastorno de la
personalidad. Pero no, nada de eso. Jorge es un personaje de ficción, sí, pero,
al mismo tiempo, es una persona real: cuando algo se crea y se dice, ya no hay
vuelta atrás, ya hay vida propia en esa historia transversal que saltará de lector
en lector. Lo que yo sentía era la pena de que esa historia pasara desaperciba
por culpa de la pandemia.
Jorge López Zúñiga siempre ha sido un
ciudadano normal. “Fue el mejor alcalde de la mejor ciudad del mundo. Ésta es
su historia”, reza la contraportada, aunque sería más acertado decir: “Ésta es tu historia. Ésta es la historia de
todos los ciudadanos y ciudadanas”. Más inclusivo, imposible. En efecto, tal
fue nuestra pretensión cuando escribimos la historia: el coger de aquí y de
allá, hacer un collage de
sentimientos, de vivencias, de anécdotas, y de experiencias, y darle a todo
ello un hilo argumental y un marco histórico fácilmente reconocible por
cualquier ciudadano.
Para llevar a cabo esto, no nos fue
posible recurrir a la literatura convencional y lineal, ésa en la que se cuenta
una historia que empieza y termina, y en la que siempre hay mucho romanticismo,
mucho crimen sin resolver, mucho diálogo, mucho postureo. También mucho talento
por parte del que escribe, ojo. Lo de Jorge fue mucho más complejo. Tuvimos que
quitarle el polvo al realismo mágico, y usar la voz no sólo de un García
Márquez sino de un Rulfo, otro de esos escritores malditos y olvidados que
tanto nos inspiran.
-Me trajo aquí la ilusión – dijo Pedro
Páramo como podría haber dicho Jorge López Zúñiga.
-Creo que tengo sesenta y cinco años –
respondió Jorge López Zúñiga como podría haber respondido Pedro Páramo.
-¡No, insensato! Esos sesenta y cinco años
son los que ya no tienes.
Nuestra opinión es que los escritores de
éxito hoy día no quieren o no saben innovar, y por eso recurren al thriller: leerles es como ver una
película de Robert de Niro, de Al Pacino, o, si me apuran, de Tom Hanks.
Talento hay mucho, pero los esquemas son idénticos. Volver al realismo mágico
es una forma de innovar, y Jorge se merece el reconocimiento que otorga lo
novedoso.
Por continuar con el símil
cinematográfico, Jorge López Zúñiga es todo un personaje de una película de
Orson Welles, y su vida es todo un guion del célebre director norteamericano. What
is more: cada vez que oímos la cavernosa pero ágil voz de Welles, cada vez que
vemos el peculiar óvalo de su cara y nos penetra su mirada limpia pero durísima
a través de la pantalla, estamos viendo a Jorge. Mejor dicho: estamos viendo la
historia de Jorge, la historia del Ciudadano
Jorge.
Antes de que usted se eche las manos a la
cabeza por el paralelismo, déjenos decir que, en efecto, “¿Quién mató a Jorge López Zúñiga?” es una biografía contada a
varias voces, y mediante una modalidad narrativa innovadora… una modalidad ya
utilizada hace ochenta años por Welles, y hace cuarenta y cinco por nuestro
Eduardo Mendoza y su Caso Savolta.
Qué pretenciosidad es llamar innovación a lo que ya se hizo, llamar ola a lo
que realmente es resaca. Por lo demás, es una biografía personalísima, esto es, el único protagonista es Jorge López
Zúñiga, sólo él, todo gira en torno a él, y todos los demás personajes aparecen
para acompañar y definir su carácter y para formar parte de la trama que sólo a
Jorge afecta, que empieza y termina con él. Esto puede parecer aburrido, pero
no es así: hemos intentando que Jorge sea una recopilación de varias
personalidades, de todas las personalidades que hemos conocido. Jorge es uno y
a la vez es todos nosotros.
No obstante lo anterior, esta biografía
personalísima tiene un atractivo más: está enmarcada en la España de los años
ochenta, de los noventa, y de los dos mil. Los lectores reconocerán fácilmente
algunos de los episodios narrados, y sonreirán con la descripción de los
mismos, al igual que también sonreímos con las descripciones que hacía Galdós
de la España de su siglo. “¿Quién mató a
JLZ?” es considerada también una novela de humor, un género literario, éste
de reírse leyendo, pasado de moda al igual que el realismo mágico citado
anteriormente. No hay sitio para ambos en ésta nuestra época de las fugaces Stories de Instagram.
Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Orson
Welles, Eduardo Mendoza, Benito Pérez Galdós, podrán ustedes llamarnos
atrevidos al compararnos con tan ilustres personalidades, y tendrán ustedes
razón. Pero, tal y como afirma el propio Jorge López Zúñiga, “sólo es posible
avanzar cuando se piensa en grande y cuando se mira lejos”, y eso es lo que
estamos tratando de hacer, y a ver qué pasa. ¿Qué tiene esta novela de
autobiográfico? Lamentablemente nada. Y decimos lamentablemente porque ojalá
ésa fuera nuestra biografía: Jorge López Zúñiga es sin duda la persona que nos
hubiera gustado ser, y que lamentablemente ya no seremos…
En cualquier caso, “¿Quién mató a JLZ?” sólo trata de contar la vida de una persona,
sus inicios, sus anhelos primeros, sus impulsos, los obstáculos que se
encontró, las decepciones que sufrió, su pico vital, y su crepúsculo. Eso es
todo. Se intentó hacer hincapié en cómo va cambiando la trayectoria de la gente
a lo largo de los años. De la pobreza a la riqueza, de la ilusión al
desaliento, del trabajo duro al pasotismo y la holgazanería, de confiar en los
demás a encerrarse en uno mismo, de la invisibilidad social a la influencia de
masas, de la lucha inconformista a la apacible complacencia de un burgués club
deportivo y social. O viceversa todo ello: no conoceremos jamás cuál es la ida
y cuál la vuelta de nuestros caminos.
En este mundo mediocre azotado por el plan
de la pandemia, afortunadamente sigue existiendo mucho Ciudadano Jorge. Cuando lean su historia lo entenderán. “¿Quién mató a JLZ?” jamás estará en el
Top Ten de los libros más vendidos, ni llenará las mesas colocadas a la entrada
de cualquier Casa del Libro, ni se venderá en la librería de El Corte Inglés ni
en las cafeterías del VIPS ni en las tiendas de regalos de las puertas de
embarque de los aeropuertos. Sin embargo, Jorge López Zúñiga siempre estará
ahí, entre todos nosotros, haciendo mil y un nuevos planes para mejorar lo que
ve alrededor; proponiendo cosas sorprendentes; sin ningún miedo a tomar todas
las iniciativas; sin ningún miedo a que le partan la cara; haciéndolo todo sin
pedir nada a cambio; dando el primero de todos los pasos que haya que dar;
acertando unas veces y equivocándose otras; resistiendo… Su historia es la
historia de alguien que tiene una historia que contar.
Atención a la dedicatoria de la novela:
Dedicado a todos los alcaldes y alcaldesas,
concejales y concejalas,
pasados, presentes, y futuros.
Dedicado a todos los que empujan la Historia.
¿Cómo? ¿Un libro dedicado a los alcaldes y
alcaldesas? Una novela que empieza así, promete. Hay que leerla.
Mucha gente nos pregunta: ¿qué ciudad es
ésa de la que Jorge No-Sé-Qué fue alcalde? Me lo ponen en bandeja: lean el
libro y lo sabrán.
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